Son muchas las parejas que, a la hora de aumentar la familia, deben lidiar con la infertilidad. Llamamos infertilidad a la incapacidad para conseguir un embarazo a término, a pesar de realizar relaciones sexuales constantes, con la misma pareja, durante al menos un año. Se trata de un proceso que, en muchas ocasiones, suele ir acompañado de un gran desgaste emocional, tanto de cada uno de los miembros como de la pareja en conjunto. Cuando esto ocurre, debemos buscar las causas que pueden estar dificultando una fertilidad óptima, para poder trabajar sobre ellas.

Algunos estados emocionales pueden estar a la sombra de este problema, impidiendo nuestro objetivo. El estrés es uno de ellos. Gracias a las investigaciones que se han realizado al respecto, sabemos que las personas que sufren mayores niveles de estrés tienen una dificultad añadida a la hora de querer aumentar la familia. Tanto hombres y mujeres experimentan las consecuencias del estrés, que afecta también a la salud general de la persona.

Estrés y fertilidad. ¿Cómo se relacionan?

Existen muchas situaciones que pueden llevarnos a experimentar estrés. Un nivel medio de estrés es positivo, porque activa nuestros mecanismos de actividad y nos permite sobrevivir ante cualquier peligro. El estrés resulta nocivo cuando la presión emocional que provoca es desproporcionada, o cuando se mantiene de manera constante en el tiempo.

Las responsabilidades laborales, el ajetreado día a día, diferentes situaciones familiares, sociales, laborales o de salud pueden estar poniendo a prueba nuestra resistencia. Además, los diferentes patrones de personalidad también interfieren a la hora de sufrir estrés, determinando su intensidad y las consecuencias que provoca en la persona.

Las conclusiones de diferentes estudios nos han permitido entender la relación entre estrés y fertilidad. Gracias a ellos, sabemos que el estrés causa dos procesos que dificultan la consecución de un embarazo:

  1. El estrés interfiere en la cantidad y calidad del esperma. La causa más frecuente de infertilidad reside en la calidad del semen. Generalmente, se debe a un número bajo de espermatozoides, siendo, en muchas ocasiones, poco hábiles para moverse en el momento de la eyaculación y dentro del aparato reproductor de la mujer. Esto, sin duda, interfiere negativamente a la hora de fecundar el óvulo y de conseguir un embarazo sano.
  2. Los niveles de estrés disminuyen la segregación de testosterona, hormona sexual fundamental para poseer una vida sexual activa y fructífera. Además, la testosterona está presente en otros procesos masculinos, por lo que el estrés no solo afectaría al ámbito de la concepción.

¿Cómo actúa el estrés en nuestro cuerpo para generar estas consecuencias?

A partir de la relación existente entre estrés y embarazo, son muchos investigadores los que han estudiado cómo se comporta esta presión en el organismo del hombre y cuanto tarda en producir estos efectos tan negativos.

La hormona del estrés, llamada cortisol, es segregada cuando nuestro organismo se somete a una presión desmesurada o alargada en el tiempo. Cuando nuestro cerebro detecta su producción, desencadena un torrente de emociones características de este estado. Pero no solo eso; nuestro organismo también queda eclipsado por estos altos niveles de cortisol, que afecta a su funcionamiento; tras dos meses de intenso estrés, empezamos a notar sus primeras consecuencias: peor calidad del esperma y disminución importante de la testosterona. Además, los radicales libres dejan de ser neutralizados, lo que favorecen a un funcionamiento empobrecido de los procesos de nuestro organismo.

Debemos tener presente que el estrés puede facilitar la adquisición de hábitos de vida no recomendados para nuestra salud, y además, entorpecer la consecución de un embarazo. Son muchas las personas que recurren al tabaco, el alcohol o la mala alimentación para reducir los efectos emocionales del estrés; en este sentido, además de los efectos físicos que el estrés atribuye, deberemos sumarle los efectos nocivos que las drogas o los azúcares refinados tienen sobre nuestra salud y sobre nuestra dificultad para concebir. Todo ello puede producir, en última instancia, enfermedades como la obesidad, cardiopatías u otros procesos que pueden interferir, una vez más, en nuestra vida sexual y en la consecución de nuestro objetivo. Por tanto, el estrés puede ser un gran desencadenante de muchas dificultades añadidas que nos alejan, cada vez más, de nuestro deseo de convertirnos en padres.

¿Qué solución encontramos?

La solución más eficaz consiste en reducir los niveles de estrés como mecanismo para restaurar una fertilidad óptima que nos permita conseguir un embarazo a término y materialice nuestros deseos de aumentar la familia.

Para ello, es necesario realizar un trabajo individual, con el objetivo de descubrir qué situaciones está provocándonos esta presión, para poder enfrentarnos a ellas e interpretarlas de diferente manera.

Algunas técnicas que podemos llevar a cabo son las siguientes:

  • Mindfulness: la meditación puede ayudarnos a descubrir las revelaciones de nuestro interior. Debemos llevar a cabo una atención consciente para descubrir que situaciones nos provocan estas presiones, cómo nos sentimos con ellas y qué es lo que necesitamos. Esta escucha activa de nuestro interior nos puede dar las claves para atajar estos problemas de la mejor manera posible.
  • Realizar deporte: El deporte no solo nos genera felicidad; también ayuda a mitigar esos procesos que provocan problemas en nuestro funcionamiento. Para mejorar nuestra fertilidad, es muy recomendable introducir en nuestra rutina el deporte moderado. Deberemos evitar deportes como el ciclismo y otros en los que los testículos sufran roces o presiones.

El yoga nos puede ayudar a mantener nuestro cuerpo activo y a encontrar la relajación que necesitamos en épocas de estrés. Además, encontramos algunas posturas de yoga que pueden mejorar nuestro esperma.

  • Buscar ayuda profesional: En caso de no poder lidiar con el estrés por nosotros mismos, buscar ayuda profesional puede ser una solución muy acertada. Visitar a nuestro médico y/o psicólogo puede ser una manera de mejorar nuestros procesos y reestablecer, así, nuestra fertilidad.

Otras maneras de aumentar la fertilidad

Como hemos visto, el estrés es una fuente de infertilidad que necesitamos solucionar para conseguir nuestro objetivo. No obstante, en ocasiones puede venirnos bien una pequeña ayuda que nos acerque, todavía más, a la paternidad.

Aunque la ciencia nos ofrece diferentes métodos para conseguirlo, también podemos llevar a cabo métodos naturales. Conocer los 10 consejos para producir más esperma, las claves para aumentar la fertilidad masculina, los micronutrientes que nos ayudan a ello y que hierbas favorecen la fertilidad.

Todo ello nos proporcionará información para poder atajar la infertilidad de manera natural, buscando soluciones útiles que nos acerquen a nuestro deseo de aumentar la familia en un periodo de tiempo corto y/o medio. En caso de no ser suficiente, podremos acudir a la consulta de nuestro doctor para determinar las causas médicas que pueden estar impidiendo la materialización de nuestro deseo, así como someterse a los métodos científicos existentes actualmente como mecanismo para disfrutar de un buen embarazo y una mejor paternidad.

Fertilidadmasculina.org nos aporta la información necesaria para mejorar nuestra fertilidad de manera adecuada y natural, sin que por ello nuestra salud se vea mermada. Son muchas las personas que han conseguido su ansiado embarazo gracias al plan de fertilidad que nos ofrece. El conocimiento es poder, y en este sentido, resulta muy gratificante conocer cómo podemos recorrer ese camino a la paternidad de manera fructífera y correcta.

¡Empezar hoy mismo es posible!